Tiempo entre lavados. Si dejamos pasar demasiado tiempo entre un lavado y otro, puede hacer que el pelo parezca apagado por un exceso de productos de fijación y factores ambientales como polvo, humo y radiación UVA. Por ello, conviene lavarlo como mínimo cada dos días.
Di sí al acondicionador. Es otro de nuestros mejores aliados, y, así, es bueno utilizar un acondicionador adecuado al tipo de cabello en cada lavado y aplicar una mascarilla una vez a la semana. Puedes dejarla hasta 20 minutos con el pelo envuelto en una toalla mojada en agua caliente.
Agua fría para aclarar. Tras lavar el cabello con champú y acondicionador o aplicar la mascarilla, da el último toque de aclarado con el agua tan fría como puedas aguantar. ¿El objetivo? Ayudar a cerrar la cutícula y activar el brillo.
Buen uso de los productos. El empleo de productos de fijación ayuda a potenciar el brillo, ya que contribuyen a usar menos el secador, protegen nuestro pelo de agentes externos y controlan el encrespado, cerrando las cutículas y permitiendo que la luz se refleje. Eso sí, es importante usar la cantidad adecuada de producto para evitar el efecto contrario al buscado (para una melena larga y ondulada, una cantidad de espuma equivalente a una mandarina, o para un pelo liso, una nuez de espuma). También hay que aplicar bien el producto, dependiendo del efecto buscado o bien aplicar distintos tipos de productos en función del tipo de pelo.
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